Publicado por Taurus en julio de 1956. Numero 21 de la colección El Club de la Sonrisa.
132 páginas (ADE).
Un joven notario, de principios irreprochables, entra en escena de la forma más insospechada, para abrirnos en seguida, minuciosamente presentada por Chumy, toda su complejidad psicológica puesta en evidencia al chocar sus principios con su atracción inexplicable y voluntariamente ignorada hacia una frívola llamada Margarita, que ejerce sobre él un poder catalítico y le ocasiona toda clase de desconsuelos sentimentales y físicos que contribuyen a sumergirle en un mar de ensoñaciones, a través de las cuales llega a tropezar con sus principios primeros hasta convencerse de que el único fin del hombre es practicar el bien constantemente. Pero cuando advierte que al otro extremo de su decisión le espera el deber de consagrar su vida al cuidado de su tía-abuela, casi agónica e inmortal, le ocurren cosas terribles, como podrá ver todo aquel que lea el libro.
Es una novela de humor tremendo, donde a través de un aparente pesimismo negativo —característica constante en toda la obra de este joven humorista— se demuestra que las flores se fecundan con detritus, como él mismo dice, más que nada por no decir otra cosa. Lo que sí hace también es aprovechar la ocasión para decir muchas cosas que quería decir. Sorprendente, sobre todo, su terapéutica de la necedad hasta convertirla en algo heroico y hasta con categoría casi de santidad.
Todas las características del autor, todo su humorismo cáustico, distorsionado y violento, que le sitúa tranquilamente como uno de los humoristas más originales y personales de España, se citan en estas páginas, que constituyen su primer y logrado paso a la novela y son toda una auténtica revelación.
¡Una novela de Chumy Chumez!