domingo, 28 de noviembre de 2021

¡Abróchense los cinturones! (Geoffrey Willans)

 

Publicado por Taurus en noviembre de 1958. Número 53 de la colección El Club de la Sonrisa.
Título original: Casten your lapstraps!
Versión española: J. Aguilar.
149 páginas (ADE).

Para endulzar esa serie de sobrecogedoras noticias que nos regala diariamente la Prensa sobre catástrofes aéreas necesitábamos algo que nos autorizara a ver en un avión, en lugar de un bicho enorme que puede estrellarse contra una montaña, caer en picado sobre el mar, o simplemente perder el equilibrio al despegar o al aterrizar, un ángel gigantesco que puede llevarnos y traernos de extremo a extremo de este globito nuestro que ya se nos está quedando pequeño. Las compañías de aviación han pretendido solucionar el problema largándonos unas estadísticas, según las cuales, la probabilidad de que nuestro avión se estrelle es tan infinitesimalmente pequeña que casi no merece la pena tenerla en cuenta. Geoffrey Willans ha logrado perfectamente el efecto abriéndonos los ojos sobre detalles tan insignificantes como, por poner un ejemplo, las azafatas, una de cuyas sonrisas o miradas puede ahorrarnos el susto de un bache y hasta de un mareo. Cuando vaya a subir al avión o lo vea partir, échese este libro al bolsillo y convénzase de que aquel vuelo no vendrá registrado en la crónica de sucesos. Y cuando anote en su agenda las cosas que va a necesitar para hacer sus maletas, escriba: “el número 53 de El Club de la Sonrisa”.


viernes, 19 de noviembre de 2021

Cadáver en el viento (Robert Portner Koehler)

 

Publicado por Espasa Calpe en junio de 1947. Número 734 de la colección Austral.
Título original: Corpse in the wind.
Versión castellana de A. P. Rosendo.
186 páginas (ADE).

Con la publicación de Cadáver en el viento, la colección Austral incorpora a su catálogo una de las más hábiles novelas policiales escritas en habla inglesa, y que cuidadosamente vertida al español no ha perdido nada de esa dosificada mezcla de humorismo, penetración psicológica y graduada expectativa que caracterizan el estilo de su autor, el notable escritor R. Portner Koehler.

Un hombrecillo, Tom Perry, que trabaja en la empresa Seton y Hyde, es uno de los singulares herederos de este último, que acaba de desaparecer en un accidente de aviación, dejando su fortuna a Tom y a su antiguo amigo, el respetable Andrews, todo en perjuicio de su sobrino Peter Hyde. Pues bien: el insignificante empleadillo es encontrado muerto en el Green Park, estrangulado y luego izado su cadáver en un árbol del parque anocheciente. Hay una llamativa rubia, Laura Crewson, novia de Tom, e infinitas complicaciones a la historia que debe desentrañar el detective Les Ivey, con ayuda de Liz, su mujer.

 * * *

He recortado el glosario del editor original en papel, porque no es que sea un spoiler, es que destripa el libro totalmente.


martes, 9 de noviembre de 2021

Don Clorato de Potasa (Edgar Neville)

 

Publicado por Taurus en marzo de 1957. Número 34 de la colección El Club de la Sonrisa.
171 páginas (ADE).

Para los que ya cumplieron los treinta y tantos, aquellos años trascendentales para España que cabalgan sobre el 25 conservarán seguramente un montón de recuerdos que no tienen para los que no hemos vivido toda esa cantidad de años. Para unos y para otros, el mundillo que mariposea en torno a la baronesa protagonista de esta verídica historia, una de las más significativas con que se abrió paso la nueva modalidad del humor de “Gutiérrez” que puso el huevo del que nació la “Codorniz”.

Lo mismo que La Familia Mínguez, Don Clorato de Potasa hace la caricatura de una época y de una sociedad concreta, aquella época en que una peseta en el bolsillo daba cierta seguridad y la gente de Madrid —la del libro vivía en la calle Fuencarral, hacia lo que hoy puede ser el número 27 ó 29— se pegaba una vida sin complicaciones y florecían muchos tipos de esos que tienen muchas horas de asueto para hacer excentricidades, tan distintos de estos tipos que somos nosotros que perdemos tantas o más en ganarnos los garbanzos y que apenas tenemos tiempo para hacer cabriolas; también ahora hay de todo, pero mucho menos, y es una pena.