jueves, 31 de diciembre de 2020

Dos pequeños ejemplares (Randal Lemoine)

 


Publicado por Taurus en junio de 1956. Número 20 de la colección El Club de la Sonrisa.
Título original: Ces chers petits.
Versión española: Miguel de Salabert.
178 páginas (ADE).

A los nombres de Robert Lamoureux, Arthur Conte, Jean-Paul Lacroix, se une ahora el de Randal Lemoine. Cuatro escritores que, con algún otro, constituyen hoy la plana mayor del humorismo francés, un humorismo de gran altura.

Randal Lemoine, escondido en esta extraordinaria novela bajo el nombre de Francisco Chantour, sucesivamente músico, buscador de oro en La Guayana, domador de caballos salvajes en Chile, dragón motorizado, vendedor de fincas, poeta y otras muchas cosas más, ha llevado últimamente su peripecia vital a dos aventuras felices: su matrimonio y dos libros que le han colocado en el primer plano del éxito en su país, en el que hay que volver muy atrás para recordar otro tan fulminante como éste. Hasta el punto de que estos dos pequeños ejemplares, Eric y Patachú, son los personajes más célebres en toda Francia, constituyendo sus nombres fiel sinónimo de la simpatía. Con esto citamos la primera y más relevante cualidad de Randal Lemoine. Un humorismo sin aristas, tierno, bondadoso y malicioso, suspicaz y activo, que mantiene la sonrisa a flor de labios de modo continuo y en ocasiones la carcajada franca y limpia, es el que define la obra de Randal Lemoine. Un humorismo de alta singladura literaria, que se desliza con una inocencia maliciosa a lo largo de un párrafo para abocar en una situación o en una consecuencia inesperada, en una descarga de risa. La gracia de esta novela radica tanto en las situaciones como en los personajes. El autor, novelista de cuerpo entero, ha sabido dotar de presencia cálida y cercanísima este fabuloso mundo de los dos pequeños ejemplares, cuya desbordada imaginación les lleva a las más divertidas aventuras.

Nunca podrá olvidar los nombres de Eric, Patachú, Francisco, Aline, Matilde (cuarenta kilos de perra boxer), Pipolet (trescientos gramos de ratita), Barns, el astuto, impasible y divertido mayordomo escocés; los Arene, excéntricos vecinos de los Chantour, y la Marcevault, la altiva y estirada abuela, continuamente escandalizada por las “faenas” de estos “Dos pequeños ejemplares”, que irán en su memoria asociados a la más pura y divertida alegría de vivir.
 
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Adelanto la publicación de esta entrada para desear un Feliz 2021 a los amigos visitantes del blog.


sábado, 19 de diciembre de 2020

Blanco en azul (Azorín)

 


Publicado por Espasa Calpe en agosto de 1944. Número 461 de la colección Austral.
112 páginas (ADE).

José Martínez Ruiz, Azorín, nació en Monóvar (Alicante) en 1873. Es una de las figuras principales de la llamada generación del 98, junto a Baroja, Valle-Inclán, Unamuno y Maeztu. Su invención es observadora y estilista, pues estriba tanto en una especial visión de las cosas como en una prosa matizada a lo clásico, pero sin perder su tono moderno: “Primores de lo vulgar” llamó Ortega a esta creación de Azorín que hace resaltar lo pequeño y lo inadvertido entre cristales de paisaje. Ardua ha sido la tarea de este gran escritor, pues ha rejuvenecido a los clásicos y se ha rejuvenecido con ellos él mismo. La Colección Austral ha publicado sus Lecturas españolas, Trasuntos de España, Españoles en París, Don Juan, El paisaje de España visto por los españoles, Visión de España, Tomás Rueda, El escritor, Capricho, Los dos Luises y otros ensayos, De Granada a Castelar, Las confesiones de un pequeño filósofo, María Fontán, Los clásicos redivivos, Los clásicos futuros, El político, Un pueblecito: Riofrío de Ávila, Rivas y Larra, Con Cervantes, Una hora de España, El caballero inactual, Pueblo, La cabeza de Castilla, Salvadora de Olbena, España, Andando y pensando, De un transeúnte y Blanco en Azul.

De este libro ha dicho el propio Azorín: “Tal vez éstas son las páginas que el autor —a lo largo de su carrera— ha escrito con más fervor, con más alacridad.” Los cuentos de Azorín salen de la nada, como las criaturas de Dios, y después se forman en la vida y tienen destinos preformados que, por más que no lo quieran, son los que los agobian o los matan. Azorín se encara con el destino. ¿Lo acepta? ¿No lo acepta? El caso es que apunta perfectamente la hora de su presentación y sus extrañas complicaciones. Azorín aumenta la tensión y el enredo de la vida —objeto supremo del arte— y compone en sus cuentos unas existencias que después de identificar muy bien como premisas humanas, se desmoronan como si lejos alguien hubiese dado al botón de las explosiones. Azorín sabe como nadie inquietar a lo irremovible y acrecentar lo cotidiano. Sus cuentos son inesperados y fortuitos, cayendo los dados en insólitas posturas de azar. Seres limpios, dignos y de gran hondura espiritual, se resisten al mal y prefieren desvanecerse a prevaricar, a perder su ingenuidad inefable.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Aventuras inéditas del caballero Artagnan (Cero)

 


Publicado por Taurus en octubre de 1955. Número 8 de la colección El Club de la Sonrisa.
123 páginas (ADE).

Aquellos gamberros de la época de Luis XIII merecían otra novela, además de “Los Tres Mosqueteros”, y ya la tienen.

Descendiente de un amigo del Cardenal Richelieu, según confiesa el autor, está perfectamente enterado de las desventuras de aquella infeliz reina que se llamó Ana de Austria, de las debilidades del indolente Luis XIII, de la astucia de los esbirros del Cardenal, de la perversidad de Milady, la dama de los ojos verdes, de la temeridad de los espadachines, de los sufrimientos de los posaderos, todo relatado de una manera que es como si lo estuviera uno viendo.

Con todos estos personajes y los cuatro célebres gamberros de la época, hilvana Cero una novela en la que la gracia no resta interés a la intriga. Y al final se encuentra el lector con un desenlace sorprendente, que le hace pensar que la frivolidad de las mujeres ha sido siempre causa de las más espantosas catástrofes.
 
CERO es uno de los seudónimos de Fernando Perdiguero para distinguirse de su hijo OSCAR PIN, que se llama igual.

Este humorista reúne las mejores condiciones para que las personas ingeniosas hagan chistes a su costa: nació en Manila, por casualidad, es pescador de caña y tiene el apellido citado. CERO tiene numeradas las contestaciones a todas las gracias que, con cualquiera de estos tres motivos, puedan decirle las personas ingeniosas.

Nació en 1898, ¡qué tiempos aquellos! y huyendo del tío Sam vino a España con sus padres a los seis meses de edad. A los dieciséis años empezó a hacer caricaturas en la prensa diaria, simultaneándolas con editoriales, reseñas parlamentarias, crónicas de sucesos y todo lo que se puede hacer en un periódico, menos cobrar bien. Fué caricaturista de cinco diarios y de infinitas revistas, desde “Buen Humor” hasta el inolvidable “Gutiérrez”, del cual fué uno de los puntales bajo la dirección de K. Hito. Ha publicado en Madrid más de 8.000 dibujos con su pie correspondiente y firmado de otra manera, que le costaron 8.000 disgustos.

La caricatura sentaba mal a su salud y se pasó enteramente a la literatura de humor, dedicando casi toda la reserva intelectiva que le queda a “La Codorniz”, donde ha acreditado varios seudónimos que aparecen entre los del equipo juvenil de Álvaro de Laiglesia, sin que se note que son de escritor ya muy maduro.

Admira a todos los humoristas y no habla mal de ninguno.

Es medio químico, agricultor y avicultor. Usa bigote y fuma puros. No va al fútbol.

El que quiera saber más que se lo pregunte a él.

 
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Quedé verdaderamente sorprendido al ser informado -por un amable comentario del bloguero (o bloguera) Raul y Anita-, que la colección El Club de la Sonrisa había sido objeto de la tesis doctoral de la filóloga María Rita Rodríguez García. Por si os interesa echar una ojeada, aquí está el link.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Suroeste (Bernardo V. Carande)

 


Publicado por Destino en abril de 1974. Número 417 de la colección Áncora y Delfín.
295 páginas (ADE).

A lo largo de toda la literatura española —y en contraste con aquel tipo de novela en la que se debate un tema actual y candente—, se hace patente la persistencia de la llamada novela histórica, de transfondo político, social o ideológico, entendida no como evasión esteticista hacia el pasado sino al modo galdosiano, es decir, como indagación y búsqueda de las más hondas raíces del carácter español que puedan explicar el rumbo de nuestra historia presente.

Tal es el propósito, plenamente logrado por lo demás, de «Suroeste» —novela que quedó clasificada en tercer lugar en el premio Eugenio Nadal 1972—, en la que su autor, Bernardo V. Carande, hace una espléndida recreación de las ideas de la época ilustrada y de los proyectos reformadores de los afrancesados españoles, a través de la historia de una noble familia extremeña que vive en tiempos de la primera guerra carlista. Se trata, en definitiva, de una auténtica crónica familiar en la que se evocan la vida y costumbres de un trascendental período histórico y que, además de ofrecernos una copiosa información documental, está escrita en un estilo muy personal con un toque poético lleno de fantasía y de misterio.


jueves, 3 de diciembre de 2020

Papá, mamá, la muchacha y yo (Robert Lamoureux)

 


Publicado por Taurus en septiembre de 1955. Número 7 de la colección El Club de la Sonrisa.
Título original: Papa, Maman, la bonne et moi.
Versión española: Jovi.
107 páginas (ADE).

Escrito especialmente por el Autor cuando se terminó de rodar la película.

La circunstancia más favorable no es, quizá, que mi padre (mi verdadero padre) encontrase a mi madre en una fecha que yo ignoro (todo sucedió antes de mi nacimiento, lo que dicho sea de paso, simplifica notablemente la tarea de los historiadores futuros).
El acontecimiento más dichoso es, quizá, que Gaby Morlay se haya parecido a Mamá y Fernand Ledoux a Papá.

Yo he dicho Papá-Mamá por primera vez (de manera inconsciente, según toda probabilidad) el 4 de enero de 1920. El 9 de enero de 1949, en la Central de la Canción, yo he cantado con voz temblorosa estas dos palabras; yo las he pronunciado en público. Después ellas me han acompañado como dos sombras.

Ahora “ellas” son cuatro. Dos padres, dos madres. Los modelos y los retratos. Y la tentación para mí de amar los retratos, porque yo amo los modelos.

Del monólogo a la canción, de la canción al cine he seguido siempre a Papá y Mamá, y me gustaría contar lo historia de mí mismo, que es la de la película, y reunir, mis queridos amigos, entre el sueño y la realidad...

Pero dos padres y dos madres es mucho para un solo hombre. Y el afecto que yo tengo para unos y la amistad que me une a los otros, me han gastado el tiempo. El tiempo de escribir este libro. Yo estoy contento de vivir. Ahora que lo he leído estoy dispuesto a decir: “certificado conforme”, en espera de hallar delante de la cámara o de la mesa familiar, Papá y Papá, Mamá y Mamá.

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Robert Lamoureux fue un actor, humorista, dramaturgo, director, poeta, letrista y guionista de nacionalidad francesa, fallecido en 2011.

Papa, maman, la bonne et moi es una comedia romántica rodada en 1954 e inspirada en uno de sus números de cabaret. El propio Lamoureux hacía el papel protagonista. Como veis el polifacético Lamoureux se encargó también de la versión novelada.

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Mi intención inicial era, como escribí en la presentación del blog, limitarme a recuperar únicamente las obras de los humoristas del equipo de La Codorniz editadas en esta colección. Al final me ha dado lástima el resto y me estoy dedicando a ellas también.