lunes, 26 de diciembre de 2022

Hombre solo (Antonio Mingote)

 

Publicado por MYR Ediciones en noviembre de 1970.
105 páginas (ADE).

Hombre solo, de Antonio Mingote, es libro de quince minutos, de quince días y de toda la vida. Se puede ver en un momento y obtener un placer fugaz e intenso como el que nos produce el chiste que desemboca en la carcajada. Pero cuando el tiempo no lo impide —el tiempo de hacer, de perder, de vivir, ese que escasea tanto— el libro nos habla de otra manera, nos dice otras cosas; el paso de una página a la siguiente se hace lento y está lleno de reflexiones y de hallazgos, de preguntas y de respuestas. Algunos de los dibujos son tan ricos en sugerencias que la hoja se vuelve con el convencimiento de que aún no se ha visto del todo. Y es cierto: una segunda y una tercera miradas son igualmente premiadas con el regalo de la gracia y con la sorpresa de la novedad.

Los dibujos de Hombre solo han sido objeto de un divertido y sorprendente experimento. Repartidos entre varias personas de distinto nivel intelectual —dos niños, dos universitarios, una sirvienta, un anciano, dos señoras de edad media, dos obreros y un jardinero— cada dibujo ha producido a primera vista en todos ellos una sonrisa o la risa. Al preguntarles en qué consistía la gracia, cuál era el motivo de su risa, rara vez han coincidido: gran parte de los dibujos tienen un mensaje polivalente; o varios diferentes mensajes: uno sencillo, para los niños, otro hondo y culto, para el universitario y otros varios para todas las medidas intelectuales. En un mismo dibujo aparecen los lenguajes de Freud, Kafka, Ramón, Bécquer, Poe... y el «comic».

Hombre solo es —parece una perogrullada— el libro de la soledad del Hombre, este ser complejo, edificado como un animal, puesto sobre la Tierra como un mamífero magníficamente dotado para vivir de lo que da la naturaleza. El Hombre, sin preocupaciones, sin esa chispa sobrenatural que le inclina a complicarse la vida, podría ser el tipo más feliz de la Creación. Pero he aquí que piensa, que no se siente cumplido con las elementales satisfacciones de sus dos apetitos más importantes, la comida y el sexo: el Hombre llena el campo de caminos que no conducen a ninguna parte, de vallas innecesarias, de artificios e invenciones que no valen la pena. El Hombre se enfrenta con su hermano el Hombre y —al revés que los animales— no se siente hermano. Y cuantos más hombres se juntan, más solo el Hombre se encuentra.

Hay muchas formas de estar solo en medio de la muchedumbre. Está solo el tímido por cortedad, está solo el malaúva, el atravesado; está solo el desdichado, ese al que todo le sale mal, ese que pega siempre el tropezón, ese a quien le cae el ladrillo cuando pasa bajo el andamio, ése, el desdichado de los chistes; está solo el hombre-fachada, el hombre-bluff, el que parece fuerte y alimenta la imagen de su falsa fuerza que oculta a un pobre diablo, como ese guerrero, imponente en su armadura en la que esconde sus hombros estrechos, su cara de tonto, su brazo mutilado, su pata de palo. Está solo el hombre y a Mingote le inspira compasión.

Los dibujos de Hombre solo son producto de la ternura casi todos. A veces de la ironía y del sarcasmo. Algunos, sólo un juego gracioso. Son obra de un artista muy completo; Mingote es genial; no es sólo un dibujante genial; eso lo sabe todo el mundo. Mingote, escritor excelente, posee una de las más cultas y sensibles mentes de nuestro tiempo; el resultado es que sus dibujos son mucho más que un chiste o una caricatura: son una interpretación del Hombre y de la colectividad humana.

Con Hombre solo se alinea, una vez más, a la altura de los maestros de fama mundial. No sólo por la calidad artística de sus dibujos, sino porque se expresa con ellos en lenguaje universal. Este libro sale, así, traducido a todos los idiomas del mundo. La figura, en un dibujo, puede ser identificada por cualquiera. La idea no, si el autor no es capaz de expresarla. Y esto da la medida del talento de Antonio Mingote que en Hombre solo se expresa con profunda, extensa y regocijante universalidad.

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Mejor verlo en dispositivo con pantalla grande (tablet, etc). Son imágenes.

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Muy felices fiestas para los visitantes del blog.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Contando los cuarenta (Fernando Vizcaíno Casas)

 

Publicado en diciembre de 1971.
123 páginas (ADE).

Los “difíciles cuarenta”, los años de las privaciones, de la guerra mundial, del cerco diplomático, de la autarquía, de las grandes dificultades y de las enormes ilusiones, reviven en este libro en una puntual evocación de todos los aspectos de la España de aquella década: desde “Manolete” a Celia Gámez, desde Hitler a Sir Samuel Hoare, pasando por un completo anecdotario, en el que se evocan las cartillas de racionamiento, los gasógenos, el “piojo verde”, el “bugui-bugui”, los goles de Zarra, las canciones de Rina Celi, el primer “Premio Nadal”, las restricciones de luz, la creación del I.N.I., los éxitos teatrales de Torrado, las revistas musicales de Arthur Kaps y tantos y tantos hechos y nombres que hoy son recuerdo y quizás nostalgia.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Cuenta nueva (Margaret Kennedy)


Publicado por Destino en septiembre de 1950. Número 56 de la colección Áncora y Delfín.
Título original: Return I dare not.
Traducido del ingles por Rafael Vázquez-Zamora.
240 páginas (ADE).

Margaret Kennedy nació en Londres y se educó en el Cheltenham Ladies College y en el Sommerville College de Oxford. Sus primeras obras fueron «A Century of Revolution» y «The Ladies of Lyndon». Pero es a partir del año 1924, con la aparición de «The Constant Nymph», que se impone su fama de una manera definitiva entre la brillante constelación de novelistas inglesas de nuestro tiempo. A este éxito siguen «The fool of the Family», «A Long Time Ago», «Together and apart», «The Midas Touch», «The Mechanised Muse», «The Feast»... En el campo teatral colabora con Basil Dean en la escenificación de «La ninfa constante» y en la obra «Come with me», y con Gregory Ratoff en «Autumn». La novela que publicamos, «Cuenta nueva», es muy característica de su estilo. Un mundo de refinamientos intelectuales y sociales, sufre el acoso de la verdad más primaria y elemental de los sentimientos verdaderos. Y en el análisis de este contraste Margaret Kennedy nos muestra su maestría sin par.