Publicado por Planeta en marzo de 1961.
167 páginas (ADE).
En la anterior producción de Carmen Kurtz, vemos que las cuatro obras que preceden a la presente Duermen bajo las aguas (Premio Ciudad de Barcelona 1954), La vieja ley, El desconocido (Premio Editorial Planeta 1956), y Detrás de la piedra, tienen por los problemas vitales una raíz común de preocupación que podría definir a la autora.
Al lado del hombre es la progresión del camino literario trazado, desde el principio, por Carmen Kurtz. En esta interesante novela, cuyos dos únicos personajes crean a su alrededor un mundo vivido en sus recuerdos o imaginado en las vidas de los que casualmente los acompañan, encontramos el mismo afán de conocimiento, la misma ansia de verdad vital en cuya búsqueda la protagonista Carla Cebrián, irá lo más lejos posible.
Los protagonistas de Carmen Kurtz pertenecen siempre a un estrato social perfectamente conocido por la autora. Su lenguaje, sus preocupaciones y sus actos son determinativos de una clase condenada a pensar y, por lo mismo, con más tendencia a la soledad que otras.
Carla Cebrián hablará de su ausencia de drama sin satisfacción y ansiará realizarlo aun a costa de futuros sufrimientos. El sacrificio de lo que ella cree que no es importante, en busca de su realización, no será precipitado ni tampoco pospuesto al encontrarse frente a quien considera la persona propicia para tal conocimiento.
En su lenguaje y en su estilo, Carmen Kurtz no ha buscado jamás otra fórmula que la claridad. La técnica introspectiva utilizada durante todo el libro y puesta al servicio de los dos protagonistas, cede paso al relato en cuanto Carla Cebrián quiere explicar sus razones, y lo que podría ser novela de recuerdos no es más que simple referencia extractada y sintetizada hasta el límite.
La concisión y el ajuste total de los términos son otras tantas formas de expresión a las que la autora de Al lado del hombre ha sido siempre fiel, aumentando el vigor del relato que arrastra al lector desde el principio en las primeras horas de la mañana hasta el final nocturno, con el máximo apasionamiento.