lunes, 28 de julio de 2025

La moneda en el suelo (Ildefonso Manuel Gil)

 

Publicado por José Janés en noviembre de 1951.
158 páginas (ADE).

Del centenar aproximadamente, de novelas optantes al Premio internacional de primera novela, correspondiente al año 1950, La moneda en el suelo, de Ildefonso-Manuel Gil, fué la única que resistió con éxito la prueba de las sucesivas lecturas críticas, cada vez más exigentes, por las que las obras aspirantes al Premio debieron pasar antes de someterse a la discusión y examen final del jurado. A la premisa esencial de que la obra a galardonar fuera ante todo y fundamentalmente una novela, uníase la exigencia de que en ella estuvieran reducidos a la mínima expresión los defectos que toda primera obra entraña indefectiblemente. No cabe duda de que La moneda en el suelo revela la personalidad de un novelista auténtico, y hácese igualmente evidente que la técnica empleada por éste en la elaboración de su obra, es una técnica aprendida en la mejor escuela novelística, acertadamente decorada con los retoques estéticos decretados por las últimas tendencias que hoy recorren el mapa de nuestra literatura de imaginación. Es La moneda en el suelo una obra escrita de cara al mismo novelista y no de cara a un mercado de lectores. Que el relato alcanzara momentos de una violencia extraordinaria, inusitada y hasta chocante para quienes tienen el estómago deformado por las blandas dietas sentimentales a que les tienen acostumbrados la mayor parte de nuestros novelistas, nunca significó, para el autor, otra cosa que una perfecta identificación de su propósito artístico con los medios elegidos para expresarlo. Significa también que la acción de La moneda en el suelo viene condicionada por una intensidad que nunca decae. En el pintoresco marco de un teatro de suburbio, las figuras de Carlos Serón —el violinista a quien un accidente privó virtualmente de todo contacto con el instrumento que era caja de resonancia de su espíritu— y Julia Máiquez, su amante, cobran un relieve tanto más singular y desgarrado cuanto que el denso pesimismo en que se mueve el ansia del hombre por superar el fracaso, forma singular contraste con el perfil sereno y noble de Magdalena y Marta, las otras dos mujeres que llenan la vida de Carlos Serón.

El autor de La moneda en el suelo nació en Paniza, Zaragoza, en 1912. Su infancia transcurrió en Daroca, en la misma provincia, y de 1928 a 1934 residió en Madrid, en donde se licenció en Derecho (1931) y publicó su primer libro de poemas. Fundó y dirigió con Ricardo Gullón la revista Literatura y las ediciones PEN Colección, uno de cuyos volúmenes fué La voz cálida (1934), segundo libro poético de Ildefonso-Manuel Gil. Su labor literaria ha sido intensa, especialmente en el ensayo y la crítica, habiendo colaborado con profusión en numerosas revistas españolas y portuguesas. Otras publicaciones poéticas: Poemas de Dolor Antiguo (1945), Homenaje a Goya (1946), El Corazón en los Labios (1947), Huellas del Linaje y El Tiempo Recobrado (1950). Actualmente, Ildefonso-Manuel Gil reside en Zaragoza, en cuya Universidad se licenció hace poco en Filosofía y Letras.

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martes, 15 de julio de 2025

El secreto de Las mil y una noches (Michel Gall)

 

Publicado por Plaza & Janés en noviembre de 1973, dentro de la colección Otros Mundos.
Título original: Le secret des Mille et une nuits.
Traducción de J. Ferrer Aleu.
252 páginas (ADE).

¿Existe concordancia entre las leyendas de Las mil y una noches y mitos de orígenes más antiguos o de otras culturas geográficas, y racialmente distintas y alejadas entre sí? Edición ilustrada.

miércoles, 2 de julio de 2025

El marido colegial (Nino Guareschi)

 

Publicado por José Janés en noviembre de 1952, dentro de la colección Al Monigote de Papel.
Título Original: Il marito in collegio.
Traducción del italiano por Maria Bages.
172 páginas (ADE).

Los antepasados de los Madellis-Foulard-Wonder-Food lucharon en todas las Cruzadas. Los actuales descendientes de aquellos cruzados, aparte de los blasones, no pueden presumir de más propiedades que la ropa que llevan puesta, interior y exterior. Al tiempo de iniciarse este relato, el último vástago de tan rancia familia, Carlota Wonder, ha cumplido veintidós años. Está por merecer, y esto contraría los planes de Casimiro Wonder, su tío paterno, que ha hecho fortuna en otros continentes. Casimiro Wonder notifica a sus parientes que, si quieren seguir disfrutando de su protección, Carlota tiene que casarse antes de cuarenta y ocho horas. De lo contrario, no habrá testamento. A buscar marido para Carlota, pues, y ¡pronto!, porque el tío exige además que el novio sea de su gusto. Recae por fin la elección en Camilo Debrai, pobre pero honrado tallador en madera, que está secretamente enamorado de Carlota. Lo malo es que el joven es tan rudimentario, que la rancia familia se avergüenza de presentarlo a los amigos, y ello obliga a tomar la solución, tanto más heroica cuanto que Camilo ya ha cumplido los veinticinco años, de mandar al marido a un colegio a hacerse una cultura. Puesta de esta manera en marcha la novela, se hace difícil conjeturar siquiera hasta dónde puede llegar la fantasía de su autor. Quienes leyeron “El Destino se llama Clotilde” continuarán hoy sin duda conservando la ofuscante y tumultuosa impresión de haber caído en un torbellino de comicidad, que es cabalmente la sensación que producen los libros de Guareschi. La lectura de El marido colegial renovará sin duda aquella feliz sensación.