Publicado por Planeta en septiembre de 1967.
128 páginas (ADE).
El poeta —ha dicho Federico García Lorca— es como un cazador. El novelista lo es también. Sabe que existen muchas «piezas» en potencia. A veces avistadas, a veces entreoídas, otras presentidas tan solo. El escritor es un cazador nocturno dentro de sí mismo. La vida de los hombres y el propio existir le levantan las presas. Él debe dominar su emoción previa y serenarse para no fallar. Debe esperar que la luna y las estrellas le iluminen las sendas. En ocasiones los espejismos le despistan, los rumores de la noche le desorientan, y, con frecuencia, a la emoción del acecho y del disparo certero prosigue la tristeza de la cobra: ese sentimiento absurdo entre lo que soñamos ser y lo que somos en realidad. Entre el ansia de inmortalidad que anida en el corazón de todo hombre y lo desmoronadizo de la condición humana.
A Marta Portal, en estas narraciones que presentamos hoy, la han reclamado dos noticias aparecidas en la sección de sucesos de la prensa diaria.
Si la batida ha merecido la pena, lo dirán los lectores; de todos modos, el ánimo del intento no podrá oscurecerlo malicia alguna. Y seguramente los dos interesantes relatos que integran este libro confirmarán el prestigio alcanzado por Marta Portal con su novela «A tientas y a ciegas», Premio Planeta 1966.
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