Publicado por Planeta en abril de 1954.
137 páginas (ADE).
El escritor viajero es el que viaja para escribir, para relatar, con más o menos destreza, lo que ha visto o lo que más intensamente ha calado en su espíritu. Aunós, además de viajero, es un soñador; no se detiene en lo superficial ni siquiera lo mira. Por eso capta mundos lejanos, pasados o futuros. Extrae consecuencias y medita extensamente. Cuida, sobre todo, de no desbordarse al juzgar a los hombres ni los acontecimientos. Y con su lenguaje, hermoso y contenido, nos lleva por caminos, aparentemente fáciles y diáfanos, al mundo sin límites de los pensadores profundos.
He aquí este Jardín de los muertos, cargado de interrogantes sobre la conducta humana. Es la muerte quien nos sobrecoge ahora en lo que tiene de externo, de aparente intrascendencia, de humana, al fin. La muerte en lucha con el amor, con la juventud, briosa e inexperta, que busca la verdad por los senderos del cementerio. La muerte interpretada con opuesto signo por la codicia, la sabiduría, la fría experiencia de la edad madura, en su resignada actitud frente a lo irremediable. «Señor, ¡a qué manos van a parar nuestros muertos!»
Eduardo Aunós, al poderse despreocupar de tareas más acuciantes, se encontró a sí mismo en el terreno de la literatura, una literatura seria, sin piruetas innecesarias o poco elegantes. Una literatura de matiz filosófico, plena de juventud y de idealismo. Si, como acertadamente ha dicho un crítico, Aunós marca en su «Discurso de la vida» un nuevo giro en su quehacer intelectual; si con «Los Viñadores de la última hora» acertó a plantear el tema de un amor difícil que halla su total floración más allá del mundo visible, en este Jardín de los muertos nos introduce de plano en un terreno lleno de misterio, de zozobras y de fúnebres maquinaciones, muy poco trillado hasta ahora. El jardín de los muertos es una admirable lección para los vivos, resultado feliz de largas y profundas horas de soledad, enriquecidas por una cultura refinada y abierta a todas las influencias.