Publicado por Afrodisio Aguado en 1945. Número 38 de la colección Mari-Car.
160 páginas (ADE).
José-Vicente Puente ha subtitulado Una chica «topolino» con el calificativo de «novelita». Con ello quiere indicar el tono ligero y suave con que ha tratado el problema central, que es, ni más ni menos, que la psicología incipiente de estos grupos de muchachas y muchachos que se les conoce con el nombre de «topolinos». Pero no ha querido José-Vicente Puente iniciar un ensayo sobre generación. Al contrario: entre giros de humor y fraseología actual ha ido pintando el paisaje y los marcos en que se mueven los protagonistas. El Madrid de hoy [de 1945], la vida nocturna, las costumbres, las aficiones actuales, los modismos en uso y las expresiones surgen a cada página reflejados por el agudo sentido de observación que tiene el autor.
La línea argumental sigue paralela la vida a variados ambientes: el mundo elegante en que Kety y Cuqui pasan sus horas; el complicado ambiente del «cine» español; las animadoras, esa epidemia de bares y cafés; los escritores con el guión debajo del brazo, los restaurantes, los toros...; Madrid entero visto desde un ángulo de humor, tierno y emocionante.
Episodios e incidencias, figuras y casos, parecen arrancados de la vida cotidiana. Pero el autor, en el prólogo, fija su excusa por posibles y suspicaces coincidencias, inevitables en toda novela que sucede en ambientes conocidos y contemporáneos.
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