Publicado por José Janés en noviembre de 1951.
158 páginas (ADE).
Del centenar aproximadamente, de novelas optantes al Premio internacional de primera novela, correspondiente al año 1950, La moneda en el suelo, de Ildefonso-Manuel Gil, fué la única que resistió con éxito la prueba de las sucesivas lecturas críticas, cada vez más exigentes, por las que las obras aspirantes al Premio debieron pasar antes de someterse a la discusión y examen final del jurado. A la premisa esencial de que la obra a galardonar fuera ante todo y fundamentalmente una novela, uníase la exigencia de que en ella estuvieran reducidos a la mínima expresión los defectos que toda primera obra entraña indefectiblemente. No cabe duda de que La moneda en el suelo revela la personalidad de un novelista auténtico, y hácese igualmente evidente que la técnica empleada por éste en la elaboración de su obra, es una técnica aprendida en la mejor escuela novelística, acertadamente decorada con los retoques estéticos decretados por las últimas tendencias que hoy recorren el mapa de nuestra literatura de imaginación. Es La moneda en el suelo una obra escrita de cara al mismo novelista y no de cara a un mercado de lectores. Que el relato alcanzara momentos de una violencia extraordinaria, inusitada y hasta chocante para quienes tienen el estómago deformado por las blandas dietas sentimentales a que les tienen acostumbrados la mayor parte de nuestros novelistas, nunca significó, para el autor, otra cosa que una perfecta identificación de su propósito artístico con los medios elegidos para expresarlo. Significa también que la acción de La moneda en el suelo viene condicionada por una intensidad que nunca decae. En el pintoresco marco de un teatro de suburbio, las figuras de Carlos Serón —el violinista a quien un accidente privó virtualmente de todo contacto con el instrumento que era caja de resonancia de su espíritu— y Julia Máiquez, su amante, cobran un relieve tanto más singular y desgarrado cuanto que el denso pesimismo en que se mueve el ansia del hombre por superar el fracaso, forma singular contraste con el perfil sereno y noble de Magdalena y Marta, las otras dos mujeres que llenan la vida de Carlos Serón.
El autor de La moneda en el suelo nació en Paniza, Zaragoza, en 1912. Su infancia transcurrió en Daroca, en la misma provincia, y de 1928 a 1934 residió en Madrid, en donde se licenció en Derecho (1931) y publicó su primer libro de poemas. Fundó y dirigió con Ricardo Gullón la revista Literatura y las ediciones PEN Colección, uno de cuyos volúmenes fué La voz cálida (1934), segundo libro poético de Ildefonso-Manuel Gil. Su labor literaria ha sido intensa, especialmente en el ensayo y la crítica, habiendo colaborado con profusión en numerosas revistas españolas y portuguesas. Otras publicaciones poéticas: Poemas de Dolor Antiguo (1945), Homenaje a Goya (1946), El Corazón en los Labios (1947), Huellas del Linaje y El Tiempo Recobrado (1950). Actualmente, Ildefonso-Manuel Gil reside en Zaragoza, en cuya Universidad se licenció hace poco en Filosofía y Letras.