Publicado por Taurus en octubre de 1955. Número 8 de la colección El Club de la Sonrisa.
123 páginas (ADE).
Aquellos gamberros de la época de Luis XIII merecían otra novela, además de “Los Tres Mosqueteros”, y ya la tienen.
Descendiente de un amigo del Cardenal Richelieu, según confiesa el autor, está perfectamente enterado de las desventuras de aquella infeliz reina que se llamó Ana de Austria, de las debilidades del indolente Luis XIII, de la astucia de los esbirros del Cardenal, de la perversidad de Milady, la dama de los ojos verdes, de la temeridad de los espadachines, de los sufrimientos de los posaderos, todo relatado de una manera que es como si lo estuviera uno viendo.
Con todos estos personajes y los cuatro célebres gamberros de la época, hilvana Cero una novela en la que la gracia no resta interés a la intriga. Y al final se encuentra el lector con un desenlace sorprendente, que le hace pensar que la frivolidad de las mujeres ha sido siempre causa de las más espantosas catástrofes.
CERO es uno de los seudónimos de Fernando Perdiguero para distinguirse de su hijo OSCAR PIN, que se llama igual.
Este humorista reúne las mejores condiciones para que las personas ingeniosas hagan chistes a su costa: nació en Manila, por casualidad, es pescador de caña y tiene el apellido citado. CERO tiene numeradas las contestaciones a todas las gracias que, con cualquiera de estos tres motivos, puedan decirle las personas ingeniosas.
Nació en 1898, ¡qué tiempos aquellos! y huyendo del tío Sam vino a España con sus padres a los seis meses de edad. A los dieciséis años empezó a hacer caricaturas en la prensa diaria, simultaneándolas con editoriales, reseñas parlamentarias, crónicas de sucesos y todo lo que se puede hacer en un periódico, menos cobrar bien. Fué caricaturista de cinco diarios y de infinitas revistas, desde “Buen Humor” hasta el inolvidable “Gutiérrez”, del cual fué uno de los puntales bajo la dirección de K. Hito. Ha publicado en Madrid más de 8.000 dibujos con su pie correspondiente y firmado de otra manera, que le costaron 8.000 disgustos.
La caricatura sentaba mal a su salud y se pasó enteramente a la literatura de humor, dedicando casi toda la reserva intelectiva que le queda a “La Codorniz”, donde ha acreditado varios seudónimos que aparecen entre los del equipo juvenil de Álvaro de Laiglesia, sin que se note que son de escritor ya muy maduro.
Admira a todos los humoristas y no habla mal de ninguno.
Es medio químico, agricultor y avicultor. Usa bigote y fuma puros. No va al fútbol.
El que quiera saber más que se lo pregunte a él.
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Quedé verdaderamente sorprendido al ser informado -por un amable comentario del bloguero (o bloguera) Raul y Anita-, que la colección El Club de la Sonrisa había sido objeto de la tesis doctoral de la filóloga María Rita Rodríguez García. Por si os interesa echar una ojeada, aquí está el link.
Muchas gracias koriel. No conocía este libro de la colección "El Club de la Sonrisa". Tampoco la tesis sobre la colección. Habrá que leerla. Un saludo cordial y Felices fiestas de in de año.
ResponderEliminarIgualmente. Mis mejores deseos para el próxim año.
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