Publicado por Taurus en mayo de 1959. Número 58 de la colección El Club de la Sonrisa.
150 páginas (ADE).
Toda la prensa española estuvo durante unos días, los del estreno de la primavera, pendiente de si a Domingo Medrano le daban o no le daban el Premio Internacional Legión de Humor. Lo que pasó es que como este año el importe del premio —25.001 pesetas— se parecía demasiado a una sentencia de Audiencia Provincial, hubo recurso al Supremo, que desestimó la sentencia anterior, y Medrano se quedó sin premio —o sin metálico—. En una palabra, que se volvió a repetir el «caso» Pasternak y el Premio Nobel: que primero sí y después no y que también este «muerto» ha encontrado su Feltrinelli. Total, empedernido lector de «El Club de la sonrisa», que usted puede vivir unos momentos deliciosos con ese pelmazo de muerto que Medrano echa a rodar por el mundo a vivir su ultravida sensacional y descacharrante.
Domingo Medrano se revela en esta novela como un humorista de chispa incontrolable, torrencial, en la comicidad de las situaciones, en la agilidad de los diálogos, en la agudeza de sus apostillas. Y un novelista entero y verdadero, que alcanza la fama ya en su primera publicación.
Pero la alcanza en plena madurez, a sus cuarenta y un años, con media vida intensa de periodismo y de literatura como bagaje. Y como quien fabrica un cesto puede hacer ciento con disponer de tiempo y de mimbres, es de esperar que la meteórica aparición de este novelista confirmará en futuras obras las grandes esperanzas que ha suscitado con la primera.
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