Publicado por Planeta en julio de 1959.
No. Álvaro de Laiglesia tiene razón. No hay almejas. En el cielo sólo hay almas grandes. Almas en aumentativo; almazas y almotas Quizá haya también, como mínimo, almas de tamaño normal. Pero es seguro que no habrá almitas ruines e insignificantes. Ni almillas deleznables. Ni mucho menos aquellas a las que pueda aplicarse el despectivo nombre de almejas. Porque para hacer el servicio militar en los ejércitos angélicos, hay que dar la talla espiritual. Y sólo los espíritus fuertes nobles y rectos, son admitidos en las filas celestiales. Los espiritejos debiluchos, hipócritas y rastreros se van al demonio.
Esta puede ser una versión del sugestivo título que hoy nos ofrece nuestro fenómeno del humor contemporáneo. Pero es posible que el lector descubra muchas versiones más. Porque el ingenio de Álvaro de Laiglesia es un diamante tallado en mil facetas, que lanza destellos multicolores en todas direcciones. Y a cada instante sorprende nuestros ojos con un nuevo chispazo, que hace olvidar el anterior y esperar con impaciencia el siguiente.
En el cielo no hay almejas es un delicioso conjunto de relatos breves, género en el que este humorista es maestro desde hace tiempo. A juicio del editor, este volumen supera en finura y agudeza a los anteriores. Lo cual es lógico, porque el talento del buen escritor se depura y gana profundidad a medida que avanza en su carrera. Y Álvaro de Laiglesia, pese a su carrera vertiginosa, jalonada de éxitos constantes, sigue teniendo la preocupación de mejorar sin pausa en su avance hacia la madurez. En cada nueva obra suya se observa un aumento de intensidad en la luz de su humor y un manejo más perfecto de su también luminoso lenguaje particular. Lo cual, dada la juventud de Álvaro y el ritmo incesante de su producción, hace suponer que escalará la cumbre más elevada del humorismo contemporáneo, Once libros en el séptimo lustro de su vida es un equipaje importante para llegar muy lejos. Así lo creen también sus lectores, cada día más numerosos. E incluso sus detractores, cada vez más escasos. Ser el escritor más leído de España es una gran responsabilidad, y por eso Álvaro de Laiglesia no defrauda nunca.
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