sábado, 9 de febrero de 2019

Vida del repelente niño Vicente (Rafael Azcona)


Publicado por Taurus en agosto de 1955. Número 1 de la colección El Club de la Sonrisa.

El repelente niño Vicente, personaje popularizado en las páginas de “La Codorniz”, se había ganado una biografía. ¿Quiénes eran sus papás? ¿Por qué extraños procedimientos llegaron a tener un hijo tan repelente? ¿Qué hizo Vicentito antes de transformarse en Vicente?

A todas estas preguntas y a otras muchas contesta este libro. Su autor, tocado con el severo birrete de la investigación, ha buceado en la historia familiar de su héroe, recogiendo datos que asomarán al lector a ese fabuloso mundo “vicentiano” que no puede reflejar en todas sus dimensiones las instantáneas que semanalmente ofrece “La Codorniz”.
La “Vida del repelente niño Vicente” es una biografía con todas las de la ley, pero en divertido. Arranca con el noviazgo de los papás de Vicente y se cierra con el ingreso de éste en el Bachillerato. Entre estos dos puntos se desarrolla el periplo vital de una tierna criaturita que no reparó en gastos a la hora de hacerse más serio que nadie. Vicente crece, Vicente comienza a hablar, Vicente comienza a andar —sí, el repugnante niño Vicente lo hizo todo al revés que los demás niños—, Vicente comienza a asquear a todo bicho viviente y Vicente desemboca en sus diez añitos casi a punto de dejarse la barba. El libro tiene también una parte iconográfica que nos muestra al biografiado en distintos momentos cruciales de su existencia, por ejemplo, en el de tomar el aceite de hígado de bacalao.

Todo esto y todo lo que aquí no se dice —¿para qué iba a comprar Vd. el libro si aquí se dijera todo lo que contiene?— lo sirve su autor, Rafael Azcona, emulsionado con su ágil estilo narrativo y con un afilado sentido del humor.

Rafael Azcona nace en Logroño el 24 de octubre de 1926, y desde muy temprana edad comienza a dar abundantes pruebas de no servir para nada útil. Acaso por esto a los quince añitos y aprovechando que una señorita rubia no le hace caso, Azcona comienza a escribir versos muy tristes. Afortunadamente para la primavera y todo eso, el pequeño vate comprende un día que es una bobadita rimar corazón con pasión y después de trasladar su residencia a Madrid en octubre del año 1951, se quita de poeta y se entrega al humorismo. Comienza a colaborar en “La Codorniz”, y en esta revista hace popular a su niño Vicente. Posteriormente trabaja en diversas publicaciones, escribiendo y dibujando siempre con la pretensión de “hacer risa”. En la actualidad colabora en “La Codorniz” y en el diario “Pueblo”, desempeñando secciones fijas. “El Club de la Sonrisa” cuenta entre sus obras en preparación con una novela que ahora escribe Azcona: “Los muertos no se tocan, nene”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario