Publicado por Taurus en diciembre de 1957. Número 45 de la colección El Club de la Sonrisa.
93 páginas (ADE).
El fondo humano que tiene el personaje central de esta última novela de Neville, es tan potente, es tan enternecedor, que le permite salir de unas situaciones que rozan lo arbitrario sin que pierda verosimilitud el relato.
Miguel es un pobre hombre que duerme a la sombra de las estatuas, o sea a la sombra de la gloria de los demás, que lleva en hombros a un torero, o sea que es el zócalo, el plinto, de esta otra gloria. Deambula pobre, pero sin amargura, sin odio, queriendo hacer bien a todo el mundo, y cuando vuelve, a veces muerto de hambre, al Rastro, se produce el milagro de que dos pequeños seres, dos niñas chicas, le admiran, le contemplan como a un superhombre, creen en él, en su poder, en su fuerza. Y esa fe y esa admiración son suficientes para hacerle olvidar la amargura de la jornada sin trabajo y el comezón del hambre.
En esta novela veremos a Miguel debatirse contra ella, pero no sólo para comer él, sino para educar a sus pequeñas amigas, y por ello acepta los trabajos más incoherentes e inesperados. Pero también seguimos en esta novela las delirantes aventuras de una miserable Compañía de “verso”, formada en el café de “Las Cancelas”, entre viejos cómicos del deshecho y que a la sombra de un “caballo blanco” arremeten, como Don Quijote, una jira de teatro clásico por los pueblos de La Mancha.
Los tipos que componen esa Compañía, el personaje de Mijas, que es quien la ha organizado, la “ingenua” y su mamá, los mozos del pueblo en donde van a actuar y los americanos del oleoducto, son personajes antológicos, tan evidentemente vivos, que las risas surgen no sólo por el efecto cómico, sino por la sátira, por la caricatura con que están definidos.
Ésta es posiblemente la novela más irónica del autor, y nada podía encajar mejor dentro de la denominación de “El Club de la Sonrisa”.