sábado, 6 de abril de 2019

El conde Basilio y los fantasmas (Rafael Castellano)


Publicado por Planeta en enero de 1957.
150 páginas (ADE).

Se tiene, por lo general, el erróneo concepto de que la literatura policíaca es siempre de inferior calidad: literatura barata. Por el contrario, se califica de buena literatura a la que exalta el piojo, la pupa y la cochambre, la que describe con delectación el inframundo suburbano o los conflictos de ese otro mundo interior que las personas de buen gusto procuran no sacar del íntimo cuarto de aseo que es el subconsciente.

La literatura policíaca no es mala porque trate de crímenes, sino porque suele ser desafortunada al tratar el tema, aparte de mal traducida. Pero, del mismo modo, el relato de un viaje por el Orinoco puede resultar un ladrillo insoportable o bien una estupenda novela de aventuras. Fouché era un tipo repulsivo y rastrero; sin embargo, la biografía que sobre este personaje escribió Stefan Zweig es una maravillosa pieza literaria. Aparte de que el riesgo y aventura de la lucha contra el crimen, que es lo que viene a ser la novela detectivesca, puede tener la misma grandiosidad que la peripecia de un Ivanhoe o un Don Quijote.

El conde Basilio y los fantasmas es un “tour de force”, una “reductio ad absurdum” de lo detectivesco. Por eso se subtitula “apolicíaca”. Claro que esto se podría explicar en español, pero el francés y el latinajo hacen la cosa más interesante.

Y también, en fin de cuentas, es una forma de no destripar aquí el argumento.

* * *

Rafael Castellano Gallego, nacido en Madrid en 1907, comenzó su trayectoria como humorista en publicaciones como Buen Humor o La Codorniz, donde hizo famosas sus series del Conde Basilio, los poemas castúos del Endelencio y el Gediondo y la sección Tiemble después de haber reído. Falleció en Madrid en 2001.


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