sábado, 24 de agosto de 2019

Sede vacante (Eduardo García)


Publicado por Destino en 1975. Número 454 de la colección Áncora y Delfín.
186 páginas (ADE).

Eduardo García se alza como una de las más sugestivas revelaciones de la novelística española de los últimos tiempos, aserto que el lector podrá comprobar tras la lectura de «Sede vacante», novela en la que el autor emprende un ensayo o una aproximación al contestatarismo de raíz católica. Un contestatarismo que aspira a nutrirse urgentemente de las auténticas esencias cristianas, a las que Eduardo García considera ausentes en la trayectoria social de una parte del clero. Su crítica, hecha desde dentro, y con un amor desbordante que se nos contagia y emociona, es tan valiente y sutil como limpia. La circunstancia, inspirada en un hecho real acontecido en Inglaterra, pudo darse en cualquier otra latitud: de ahí su universalidad, y de ahí también el valor intemporal de su denuncia.

Nuestro novelista, nacido en Campos del Río (Murcia), es un cuarentón que sólo desde 1967 se decidió a escribir. Anteriormente había laborado, en un plano de promoción cultural, en las selvas americanas: es un infatigable viajero cuyas ansias de nuevos paisajes le llevó a deambular largamente por tierras de la Península y luego por Italia, Francia y Bélgica. Hoy reside en Arcos de la Frontera (Cádiz).

Su estilo, o ausencia de estilo, consiste esencialmente en la claridad, la sencillez y la transparencia. Con una poderosa voz llora y grita ante tanto dolor, tanta injusticia y tanto fariseísmo.



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