sábado, 6 de julio de 2019

Producciones García S.A. (Edgar Neville)


Publicado por Taurus en diciembre de 1956. Número 23 de la colección El Club de la Sonrisa.
69 páginas (ADE).

Edgar Neville, sin sensacionalismos ni críticas airadas, con una ironía fina, abierta, como quien no quiere la cosa, va dejando caer pequeñas pinceladas, de apariencia inofensiva, que terminan por dibujarnos la verdadera fisonomía del cine español visto por y desde dentro.

El argumento es sencillísimo: La firma Producciones García S.A., está rodando una película montada sobre un guión improvisado a medida y en relación con los metros de película que se van gastando y, sobre todo, con los que quedan, sobre un presupuesto inexistente, sobre una serie de lugares comunes cacareados como genuina y típicamente españoles: gitanos, toreros, cante, etc., sobre un cuadro de actores improvisados y una dirección muy por debajo de su visión; sobre un equipo de material técnico “apañado” que falla en los momentos más críticos, sobre una criminal conspiración entre un falso sentido comercial y los gustos del público. En medio de este cuadro lamentable, con fuerte olor a miseria en todos los órdenes, aparece el ricacho extremeño que quiere invertir en la producción de películas un respetable capital procedente de la venta de unos olivares. Producciones García S.A., cree ver el cielo abierto a base de una inteligente explotación de la buena fe y de la ignorancia del extremeño; pero pronto se dan cuenta de que, además y antes que dinero, lo que trae es un bloque cerrado de ideas fijas contra las que nada pueden los cálculos de los dirigentes de la Productora que se hunde: quiere pagar “su película”, y llega a descubrirse que lo que quiere es “La vida es sueño”, que él vió representada una vez que vino a Madrid. Lo despachan para Badajoz con un “rollo” absurdo. Cuando Producciones García S.A. está liquidando los muebles para repartir unos reales entre el personal, llegan noticias de que el estreno ha sido un éxito y que el extremeño pone a disposición de la empresa todo el dinero que necesite para seguir produciendo. El horizonte se abre, pero dos de los valores más calificados de la Empresa se van al campo porque les floreció el amor en medio de la ruina; volverán un día para hacer cine del bueno.

Lo mismo que en La familia Mínguez, Edgar Neville ha logrado combinar un fino sentido del humor con la crítica aguda de una realidad concreta, de una actualidad evidente. Al lector le toca únicamente sonreír; puede también meditar, si lo cree oportuno; por nuestra parte, se lo aconsejamos.


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