Publicado por Planeta en diciembre de 1953.
286 páginas (ADE).
«El humor —dice Álvaro de Laiglesia— no consiste solamente en hacer reír, sino en hacer sentir alegremente». A tan atinada definición se ajustan las sabrosas historias que componen este libro, escrito con donaire y dotado de auténtica gracia y vario y ameno contenido: desde la aguda y fulminante respuesta a diversas consultas, hasta la novela corta salpicada de rasgos irónicos y de situaciones verdaderamente cómicas.
Sobradamente conocido es Álvaro de la Laiglesia para intentar ahora presentarle. Entre los jóvenes escritores contemporáneos campea su innegable personalidad, que su acertada dirección de «La Codorniz» ha hecho más señera. Desde que a los catorce años publicó sus primeros artículos, su labor periodística no se ha interrumpido. Con ella, y triunfalmente también, ha alternado otras actividades literarias, habiendo estrenado bastantes comedias y publicado, antes de éste, tres libros: «Un náufrago en la sopa», «El baúl de los cadáveres» y «La gallina de los huevos de plomo».
Puede decirse, sin incurrir en exageraciones, que en Se prohíbe llorar el autor supera su labor anterior y cumple plenamente el objetivo de su carrera literaria: «que usted, lector, lo pase bien».
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